"En verano solemos pasar de altas a bajas temperaturas en un breve período de tiempo y esos cambios bruscos pueden conllevar la aparición de resfriados, por ejemplo, cuando estamos en la oficina o en el cine y las temperaturas son excesivamente bajas a causa del aire acondicionado y luego salimos a la calle y hace un calor asfixiante", indicó Jesús Gómez, vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac).

La temperatura del cuerpo humano es de 37 grados y según los expertos, el entorno, con la poca ropa que se lleva en verano, no debe bajar de los 20 grados.

Aunque el aire acondicionado ayuda a mejorar notablemente la calidad de vida durante el verano, sobre todo en los días de calor más intenso, es importante evitar los cambios bruscos de temperatura, para lo que debe hacerse un descenso gradual, de forma que el cuerpo pueda aclimatarse.

También es importante no exponerse a las salidas directas de aire frío y, sobre todo, realizar un buen mantenimiento periódico de los aparatos de aire, advierten los expertos.