Esa cantidad representa el 13,5 por ciento del presupuesto inicialmente asignado este año al Ministerio de Industria y sus organismos autónomos, que se elevaba a 219.489 millones de pesetas.

El programa de competitividad industrial con más fondos es el relacionado con el consorcio aeronáutico Airbus, en el que participa la empresa pública CASA, que absorbió la tercera parte del total,10.000 millones de pesetas.

El segundo programa mejor dotado es el Plan Electrónico Nacional, con 4.800 millones de pesetas, seguido del PITMA (Programa Industrial y Tecnológico Medioambiental), con 4.500 millones, y el Plan de Infraestructura Tecnológica, con 3.200 millones.

El resto corresponde a los programas de Cooperación Industrial (1.500 millones), Adaptación al Mercado Unico (1.250 millones), Automatización Avanzada (1.600 millones), Fomento de la Investigación Farmacéutica (500 millones) Apoyo Tecnológico a Sectores Básicos (500 millones), Cualificación Técnica e Industrial en la Empresa (760 millones) y Protección de Patentes y Marcas (200 millones).

Según el estudio del Ministerio de Industria que recoge estos datos, el reto que se plantea a las empresas industriales españolas es "la mejora de la competitividad en relación con las mejoras experimentadas en otros países, principalmente de nuestro entorno".

A su juicio, "será necesario lograr que se establezca una relación estreha entre las mejoras de productividad y su destino (salarios y reinversiones de los beneficios empresariales), para contribuir a alcanzar un crecimiento sostenido y equilibrado".

LAS DEBILIDADES

Entre las debilidades que es preciso corregir, el estudio destaca la escasa dimensión de las empresas y la insuficiencia de las redes de comercialización en el extranjero.

Respecto al primer punto, señala que el 80 por ciento de las industrias españolas emplean a menos de diez trabajadores y están situaas preferentemente en "mercados de demanda baja o moderada y con débil estructura tecnológica".

No obstante, el informe recalca en sus conclusiones que "la evolución reciente de la industria española, después de la adhesión a las Comunidades Europeas, permite pues albergar perspectivas optimistas".

A su juicio, "el sector industrial ha sabido, en general, adaptarse a la nueva situación caracterizada por una ampliación de los mercados y una acentuación de la competencia", en buena medida gracias a"los positivos efectos derivados del crecimiento económico".