El sistema se establece para hacer pagar, exclusivamente a los conductores de vehículos pesados de transporte de mercancías, los costes ambientales y de mantenimiento de las autopistas alemanas. Su importe depende de las emisiones y número de ejes de los camiones y se sitúa alrededor de los 12 céntimos de euro por kilómetro.

Con independencia de la elevada cuantía del peaje, son las dificultades operativas las que están ocasionando un mayor número de quejas.

No es posible instalar en España, a diferencia de Alemania y sus países limítrofes, los dispositivos embarcados; falta traducción al español de las instrucciones de utilización de los terminales manuales, y se producen retrasos injustificables, a veces de meses, para obtener la palabra de paso que permitiría el pago por Internet.

"Pero lo que está ocasionando mayor número de dificultades es la necesidad de que, una vez pagado el peaje para un recorrido, exista un plazo máximo de tiempo para su utilización, calculado de acuerdo a circunstancias de tráfico normales. Con ello se olvida que las circunstancias de tráfico en unas autopistas tan saturadas y con una climatología como la alemana raramente son normales. Pero, además, no se tiene en cuenta que los conductores de camiones están obligados a realizar descansos diarios", apunta la organización de transportistas.

"No hace falta comentar las consecuencias para la seguridad en carretera que la imposición de estas horas límite de llegada puede suponer y el incentivo que supone para la superación de los límites de velocidad y los periodos máximos de conducción", añade Astic.

La IRU (International Road Union), que agrupa a las asociaciones de transportistas de todo el mundo, cuyo único miembro español es Astic, ha implantado un observatorio para el seguimiento de las deficiencias detectadas y ponerlas de manifiesto a las autoridades de la Unión Europea y alemanas.