El informe, que ha sido elaborado con motivo delDía Mundial del Consumidor, explica que después de la ropa y el calzado los jóvenes gastan su dinero en actividades de ocio y entretenimiento, y en salir con los amigos.

El consumo de los jóvenes españoles, según las conclusiones del estudio, gira en torno al grupo de amigos del que se rodean, que influye notablemente en sus decisiones a la hora de efectuar cualquier tipo de compra.

El colectivo analizado -la población de entre 15 y 29 años- puede dividirse genéricamente en dos partes: hasta 24 aos y a partir de esa edad, según la actitud de los jóvenes ante el consumo.

Según el profesor Manuel Martín Serrano, director del estudio sociológico, "ha cambiado el consumo de los jóvenes con respecto a sus hermanos mayores, que hoy tienen entre 35 y 40 años". Actualmente, el consumo es "un factor de socialización e identidad más importante que antes", especialmente en los jóvenes menores de 24 años.

En los mayores de 24, sus preferencias empiezan a parecerse a las de los adultos y el consumo e visto cada vez más con criterios de utilidad. Así, en este grupo, los factores determinantes del consumo son "siempre" el precio y la calidad (79 por ciento).

"El principal hecho diferencial que se ha registrado respecto a tiempos anteriores es el protagonismo que para el joven han adquirido los otros jóvenes, especialmente los del grupo en que se integra o quiere integrarse", señala el informe del INC.

"Para los jóvenes actuales, especialmente hasta los 24 años, lo que más importa es 'ser aceptdo/a por los amigos/as" y la valoración de éstos es el principal componente de la autoestima", añade el informe.

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Además de por el grupo, el consumo juvenil está influído por la publicidad, que "crea nuevas señas de identidad con las que los jóvenes refuerzan su pertenencia al grupo y quieren distinguirse de los adultos".

Según Martín Serrano, en términos generales, los jóvenes de hoy son "ricos en bienes, ricos en tiempo y muy pobres en espacios". A diferencia de otras épocas, los jóenes "demandan espacios donde poder manifestarse como jóvenes". El problema es que existen pocos lugares abiertos, en las calles, para "marcar" su territorio, mostrar sus signos de identidad grupal y ejercer un consumo comunitario de fin de semana, generalmente de comida y bebida.

Por otra parte, la mayoría de los locales públicos destinados a jóvenes están concebidos de manera que dificultan las reuniones concurridas (de 6 a 12 personas).

Asimismo, en el consumo juvenil hay otros gastos fundamenales que sufraga la familia, como la educación, vacaciones, equipamiento informático, etcétera. La prolongación del periodo de permanencia en el hogar familiar (por falta de trabajo o la mayor duración de los estudios) ha obligado a los padres a dedicar para sus hijos unos recursos que podrían necesitar para sus años de jubilación.