En un comunicado, advirtió de que enfermedades como el sarampión y la diarrea acuosa aguda seguirán propagándose, y subrayó que hasta el 97% de todas las familias afganas podrían estar viviendo por debajo del umbral de la pobreza en cuestión de meses.

Por este motivo, la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell, instó a la comunidad internacional y a "las autoridades de facto" del país a "encontrar formas de trabajar juntas por el bien de los niños y niñas de Afganistán".

Russell, que acaba de terminar una breve visita al país, se mostró consternada por lo que allí vio. "En las calles de Kabul, decenas de niños y niñas muy pequeños corren a toda velocidad entre el tráfico y persiguen a los coches pidiendo dinero", describió. "Los estantes de las tiendas y los mercados de verduras están bien surtidos, pero casi nadie puede permitirse comprar".

En un hospital de Kandahar, contempló bebés demacrados que yacían inmóviles atados a una cama, demasiado débiles para siquiera llorar. "Esta no es manera de vivir. Los niños y niñas de Afganistán no pueden ser rehenes de la política", declaró Russell.

"Las decisiones y las acciones que se tomen hoy determinarán que estos niños vivan o mueran, que sufran o prosperen y, en última instancia, que el país sobreviva o se hunda", concluyó.