El manifiesto fue leído en la plaza de Zocodover de la capital castellanomanchega por representantes de los municipios ribereños de Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina, quienes reprocharon a las administraciones públicas responsables (Confederación Hidrográfica del Tajo, Comunidad de Madrid, Junta de Castilla-La Mancha y Canal de Isabel II) su “inaceptable inhibición” ante la degradación de los ríos de la cuenca.

Los portavoces señalaron como problemas la falta de caudales suficientes, los trasvases, la sobreexplotación del regadío, la falta de depuración de las aguas residuales urbanas, la ocupación de las riberas o las especies exóticas invasoras. Antes de la lectura del manifiesto intervinieron varios poetas y cantantes locales de Toledo.

La manifestación fue amenizada por la batucada Kekumka y seguida de distintas pancartas que mostraban los problemas que padecen los ríos de la cuenca del Tajo (el Jarama, el Guadarrama, el Henares, el Manzanares y el Tajo, entre otros).

La manifestación concluyó en el puente de Alcántara, sobre las aguas del Tajo, donde se desplegó una pancarta de 48 metros cuadrados con la leyenda ‘Queremos ríos vivos con agua para la vida’.

Después, se soltó agua limpia desde varios cubos (con la leyenda ‘Tajo Vivo’) escenificando la falta de agua limpia y en cantidad que necesita el río Tajo.

Con el deseo de que sus principales afluentes madrileños tributen al Tajo el buen estado ecológico que exige la Directiva Marco del Agua, de la UE, también se liberó agua limpia procedente de varias botellas de agua que llevaban el nombre de los ríos Jarama, Guadarrama, Henares y Lozoya.