El tratado defiende "una pesca respetuosa con el medio ambiente", el acceso equitativo a los recursos pesqueros y la participación de todos los sectores sociales implicados en los órganos de decisión.

Según dato de Greenpeace, una de las organizaciones que secundan el acuerdo, en todo el mundo existen cien millones de personas que dependen de la pesca artesanal. Sólo en los países más pobres hay doce millones de pescadores artesanales, que a menudo pertenecen a los grupos sociales más desfavorecidos.

Por el contrario, acusan a las grandes flotas industrializadas de agotar los caladeros más importantes del planeta utilizando artes incontroladas.

Greenpeace mantiene que muchas de estas flotas "no dudan enutilizar sistemas de pesca destructivos para aumentar sus beneficios inmediatos, aunque ello requiera aprovecharse de la corrupción existente, adoptar banderas de conveniencia o actuar de forma ilegal".

EL CASO ESPAÑOL

Además, acusa a los gobiernos de los países ricos de permitir este tipo de situaciones no sancionando estas prácticas, a menudo ilegales.

Los responsables de la organización ecologista aseguran que en España "se encuentran a la vez ambas caras de la moneda, puesto que por un ladosus pescadores artesanales peligran y por otro sus flotas de gran altura, altamente subsidiadas, operan fuera de todo control en muchos mares del mundo".

Por ello, Greenpeace ha pedido a las organizaciones no gubernamentales españolas que apoyen el Tratado de Recursos Pesqueros, que pretende ser una plataforma internacional de defensa de las artes artesanales de pesca.