Los años han pasado. En aquel incipiente verano de 1961 sólo los vecinos de los pueblos cercanos s acercaron hasta San Sebastián de Garabandal. Hoy, el pequeño pueblo cántabro, ubicado a poco más de 80 kilómetros de Santander, ha acogido en sus empedradas calles a personas llegadas de todo el mundo, principalmente de EEUU y Australia.

A pesar de que la principal precursora del movimiento, Conchita González, quien con 13 años fue una de las pequeñas que afirmaron haber visto a la Virgen, había anunciado que el esperado milagro no se produciría hoy, jueves santo, muchos de sus seguidores han estado n Garabandal.

El americano John Lemajino, multimillonario que afirma haber sido estigmatizado y que, según sus seguidores, todos "garabandalistas", fue recibido por el Papa y, siempre según su versión, éste le dijo que continuara con sus peregrinaciones a Garabandal, deambulaba por el pueblo imponiendo sus manos a cuantos se lo pedían y concediéndoles perdón. "La gente que ha venido aquí no está manipulada", aseguraba a cuantos incrédulos se le acercaban.

Y los milagros provocan curaciones. Parapéjicos, ciegos, tullidos, enfermos terminales. Esta era, según aquellos que obervaban la peregrinación sin fervor religioso, la nota negra de la jornada. Todos acudían por sus propios medios o ayudados por familiares o los servicios de orden (Guardia Civil y Protección Civil), hasta el lugar del milagro, un pequeño bosque a escasos 500 metros del pueblo, al que se accede después de una pendiente empinada.

El conductor de uno de las decenas de camiones que han traído a un grupo de americanos a Garabandl, explicaba así sus "pequeños" viajes desde Madrid: "Han estado en Fátima y en Lourdes. Desde que les he cogido en Madrid no han hecho más que rezar el rosario hasta aquí".

Pero no todo los creyentes en el milagro de Garabandal están de acuerdo con lo que ha ocurrido en esta localidad. Este es el caso de José Romero, "garabandalista" devoto que peregrina todos los años al pueblo, que afirmaba que lo de hoy era un "saca dinero".

Este navarro, con deficiencia física en una pierna, afirmaba que hoy"no se cura a nadie, y es un pena que la gente enferma haya venido hasta aquí".