"La incidencia de estas infecciones es difícil de precisar, puesto que hay muchas que cursan sin síntomas. Según edades, manifestaciones clínicas y actividad sexual, la incidencia de esas infecciones puede variar de un 10 a un 40 por ciento", explicó.

Además, advirtió de que el verano es una época propicia para el desarrollo de este tipo de infecciones, ya que existen distintos factores, como el sudor, el calor o la asistencia a piscinas y playas, que pueden facilitar el contagio. El problema de estas infecciones es que muchas veces son asintomáticas, de ahí la importancia de acudir con cierta periodicidad al especialista, que a través de una citología normalmente las puede detectar.

Sin embargo, los síntomas más comunes son la secreción vaginal abundante, mal olor de estas secreciones, irritación y enrojecimiento de la zona vulvar, además de otras manifestaciones menos comunes, como el dolor tras la relación sexual, a veces unido a una hemorragia después del coito.

El ejor tratamiento que apunta el especialista de la Clínica Universitaria de Navarra es la prevención, evitando los factores de riesgo, como la falta de higiene, la promiscuidad sexual, etc.

De todas formas, Juan Luis Alcázar aclaró que los tratamientos son bastantes sencillos si se ha realizado un diagnóstico precoz. Normalmente es suficiente un antimicótico o el uso de antibióticos. También se puede incluir un lavado de la zona, que disminuya la concentración de gérmenes y favorezca el efecto del fármco.

Además, en la mayoría de los casos el tratamiento también incluye al cónyuge, ya que, según Alcázar, "aunque no todas las enfermedades sean de transmisión sexual, sí que puede existir un reservorio en los genitales masculinos".