Zapatero, acompañado de la secretaria de Política Internacional del PSOE, Trinidad Jiménez, llegó a la capital marroquí pasada la medianoche hora española, una hora menos en Rabat.

A los pies de la escalerilla del avión le esperaban cuatro ministros del Gobierno marroquí, entre ellos el de Exteriores, Mohamed Benaissa, en medio de una gran expectación de los medos de comunicación locales. Allí estaban también los titulares de Economía y Finanzas, Medio Ambiente y Comunicación.

La numerosa delegación marroquí condujo al líder socialista a la sala de autoridades y, tras conversar unos minutos, invitaron a Rodríguez Zapatero a saludar a los informadores de Marruecos. "La historia de los dos países marca momentos de encuentros y desencuentros", les dijo, antes de mostrar su convicción de que tanto las dos sociedades como sus autoridades desean mejorar su relació.

Los informadores marroquíes preguntaron al líder socialista por la controversia que este viaje ha generado en la política española. "Hemos tenido ya mucha polémica en España y, como en las últimas horas está mucho más tranquila, no voy a insistir en ella", respondió.

"He venido aquí para trabajar en pro de esas relaciones entre España y Marruecos. Vamos a caminar todos en esa dirección. Los gobiernos tienen sus responsabilidades y sus tareas, y también la oposición. Todo lo que sea contribuir amejorar las relaciones y mejorar en el diálogo será positivo", dijo.

"Es mi primer viaje a Marruecos. Por tanto, conoceré más esta sociedad, su situación política, y seguro que eso ayuda a mejorar comprensión y relación entre España y Marruecos", agregó.

Después de estas breves declaraciones, Rodríguez Zapatero fue guiado hasta un vehículo Mercedes blanco. Abriendo una comitiva de ocho coches negros, el líder socialista fue conducido hasta la embajada de España en Rabat, donde el embajador, Fernado Arias-Salgado, ofreció una cena a la delegación de los socialistas.