MARIO CONDE RECLAMA UNA REDUCCION DEL PAPEL DEL ESTADO AL SER INVESTIDO DOCTOR "HONORIS CAUSA" POR LA COMPLUTENSE
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El presidente de Banesto, Mario Conde, afirmó hoy que la desconfianza de los ciudadanos hacia los plíticos responde a que éstos han atribuido al estado un papel desmesurado que no es capaz de cumplir.
Conde hizo esta valoración en el discurso que pronunció con motivo del acto de su investidura como doctor "honoris causa" por la Universidad Complutense de Madrid, que estuvo presidido por el rey don Juan Carlos y congregó a la plana mayor del mundo financiero.
Entre los asistentes figuraban el gobernador del Banco de España, Luis Angel Rojo; los presidentes de la AEB, José Luis Leal; y de la CEO, José María Cuevas; y los máximos responsables del BBV, Emilio Ybarra; del Central Hispano, José María Amusátegui; y de Argentaria, Franciso Luzón.
También acudieron los presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio, y de Prisa, Jesús Polanco, así como el escritor Camilo José Cela; y el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, entre otras personalidades.
En su discurso, titulado "Sociedad civil y poder político", Conde dijo que "la clase política ha atribuido al Estado un papel excesivo que éste lego no puede cumplir o no puede hacerlo eficientemente".
"Por ello", añadió, "entre la tarea atribuida y los resultados obtenidos hay una amplia divergencia que genera la insatisfacción que está en la base de la desconfianza entre los ciudadanos y los políticos".
Como consecuencia, señaló Conde, se ha producido "un descenso generalizado en la valoración de la clase política" causada por "la sensación de que no existe plena coincidencia entre los intereses de los políticos profesionales y los sujeos representados".
Conde señaló que los partidos "desempeñarán un papel decisivo en cualquier democracia, pero eso no significa necesariamente que asuman la exclusiva de la acción política organizada, sobre todo porque una mayor pluralidad puede hacer desaparecer el clima de desconfianza sobre la clase política organizada en partidos".
Recordó que la Constitución reconoce la función primordial de sindicatos y patronales, entre otras organizaciones de la sociedad civil, y se mostró convencido de qe "han de jugar un papel muy importante en un momento en el que ese 'Estado de partidos' que nació después de la Segunda Guerra Mundial atraviesa una crisis notoria".
Para Conde, "es necesario preguntarse si algunas de las instituciones de la sociedad civil no están respondiendo también a planteamientos de cierto corte endogámico que hacen que su prestigio social, su capacidad de asimilar las nuevas realidades sociales y, consiguientemente, su posibilidad de influencia efectiva, se vean seriamente disinuidas".
Con el fin de evitar esa "endogamia", el presidente de Banesto abogó por un sistema democrático en el que los sectores importantes para el progreso social "posean una capacidad de influencia indudable".
Adujo como argumento una frase del historiador Arnold Toynbee, quien observó que un paro de los empleados de las compañías eléctricas provoca un trastorno desproporcionado en relación a la importancia de su trabajo, mientras que "una huelga de filósofos o de poetas produciría hilaridad".EL MERCADO NO LO RESUELVE TODO
Conde combinó su llamamiento a una reforma del sistema democrático para hacerlo más sensible a las demandas de la sociedad civil con la advertencia de que el mercado no resuelve todos los problemas.
"Es claro", resaltó, "que la economía de mercado puede convivir con núcleos de marginación social y económica profundos y coexistir con diferencias muy graves en la distribución espacial de la renta".
En su opinión, "tampoco parece realista en otros casos esperar ue las actuaciones individuales solventen determinadas necesidades colectivas: las que tienden, por ejemplo, a superar los problemas de la degradacion del medio ambiente o o la congestión en las grandes urbes".
Por esa razón, aseguró que la democracia "es ante todo una cuestión moral" y que, aunque el deseo de enriquecimiento individual "es uno de los móviles esenciales de la actividad económica", ese "no puede ser el único valor presente ni en el seno de la empresa ni muchos menos en el tejido social.
Además, añadió, "una sociedad reclama empresarios, desde luego, Pero también artistas, pensadores, maestros, profesores universitarios y políticos. Y en todas estas estas profesiones, imprescindibles para otorgar sentido a la idea de civilización, la búsqueda del lucro no es, o no debería ser, el móvil principal".
(SERVIMEDIA)
09 Jun 1993
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