Poco después de las cuatro de la tarde, el pleno del Congreso terminaba su última votación de la jornada y de la legislatura y, con todos los diputados en sus escaños, Marín pronunció unas palabras de despedida.

Agradeció en primer lugar las intervenciones de los distintos portavoces que a lo largo de la sesión se habían dirigido a él para despedirse, una vez confirmado que no será candidato en las próximas elecciones generales.

Muy especialmente agradeció la intervención de los portavoces socialistas y la reacción de aplauso que habían tenido sus compañeros de grupo. "No os lo voy a ocultar. Francamente, la necesitaba".

A todos los diputados y especialmente al líder de la oposición, agradeció "la paciencia que han tenido ustedes también conmigo".

Explicó que durante toda la legistura quiso mantener el principio de independencia y de autonomía del presidente de las Cortes Generales y en ocasiones lo ha hecho "con energía y con vehemencia", consciente de que era la única forma de ejercer su función en una legislatura "difícil".

En el aniversario de la Constitución, Marín dijo que la legislatura había sido "dura y ruda", y hoy optó por otra calificación que despertó sonrisas. La política de estos años, dijo, ha sido "muy emocional".

Aunque era consciente de que esa forma de actuación le metería "en el espacio de los roces", pidió perdón expresamente a quienes se hayan molestado o se hayan sentido heridos por su comportamiento.

En su gran asignatura pendiente, la reforma del Reglamento del Congreso, se despidió acogiéndose "al decir del filósofo, ahí se lo dejo con resignación elegante". "Doy por concluida la legislatura", concluyó después.

Antes de salir del Hemiciclo hacia su despacho, Marín se fundió en abrazos con los demás miembros de la Mesa, incluidos los de otros partidos, y también saludó con cariño a los letrados.