Camacho dedicó más tiempo a los argumentos sindicales y laborales que a los puramente políticos, recordando que sólo IU se opuso a la reforma laboral, que él continúa llamando 'contrarreforma'.

En este sentido, valoró muy positivamente la receptividad demostrada en su momento por el Gobiermo conservador francés de Balladour al dar marcha atrás auna legislación rechazada en las movilizaciones populares. Camacho lamentó que no ocurriese lo mismo en España tras la huelga general del 27 de enero.

El líder sindical recordó el viejo adagio que dice "nada hay más tonto que un obrero votando a la derecha" y lo adaptó a la realidad política española actual diciendo que "nada hay más tonto en estos momentos en España que un trabajador votando al 'felipismo'".

Tras casi 12 años de Gobierno socialista, Camacho piensa que se ha creado un aparato burcrático poco aconsejable, porque, a su juicio, "de la burocracia a la autocracia hay sólo un paso, y de la autocracia a la corrupción se da una evolución casi automática, que es lo que ha ocurrido en este país".