En un encuentro informativo organizado por el Fórum Europa Press, Maragall se negó a responder preguntas sobre su continuidad como candidato con el argumento de no "distraer" al electorado.

Llegó incluso a emular a su antecesor, Jordi Pujol, al responder con un "hoy no toca" a la pregunta de si sigue contando con ERC para las elecciones de otoño, que serán, ironizó, entre el 20 de septiembre y el 20 de diciembre, "aunque a veces hay clima otoñal en enero".

Dejó claro desde el comienzo que su gobierno no tiene, hasta el 18 de junio, otro objetivo que lograr un "sí concluyente" al Estatuto. Aseguró, también, que el cese de los consejeros de ERC se debe sólo a su oposición al texto y a la necesidad de "clarificar" la posición del Gobierno ante el referéndum.

Ante esa cita, alertó Maragall, los ciudadanos deben ser conscientes de que se pronuncian sobre un Estatuto que puede iniciar una nueva etapa para Cataluña y que, en contra de lo que se ha dicho, "no rompe nada".

Quienes creen que el texto vulnera la Constitución tiene "un camino institucional" para intentar demostrarlo, que no incluye "el recurso al engaño a gentes de buena fe a la que previamente se ha azuzado con la demagogia".

Se refería con ello al PP, partido al que acusó de poner en circulación "mentiras de alto voltaje" con la única pretensión de desestabilizar al Gobierno central, "y a buena fe que estuvieron a punto de conseguirlo", a juzgar por las encuestas.

MINISTROS DE CiU

En medio de un ambiente altamente "hostil" contra el propio presidente del Gobierno, Maragall elogió la determinación de Rodríguez Zapatero por sacar adelante el Estatuto.

Preguntado por si cree que Rodríguez Zapatero pactó con CiU "algo más" que el Estatuto, respondió un escueto "no tengo ni idea", pero juzgó "digna" la actual actitud de Artur Mas al ofrecer estabilidad.

Incluso, aseguró que sería "una muy buena noticia" que CiU se implicara en el Gobierno de España, y que Josep Antoni Duran i Lleida "se merece" ser ministro porque "lo ha buscado con tenacidad".

Maragall aseguró que el cese de los consejeros de ERC se debió sólo a su rechazo al Estatuto, pero no ahorró reproches a sus, hasta la semana pasada, socios en el tripartito. Alertó, en primer lugar, de que no habrá forma de distinguir la intencionalidad de cada voto contrario al texto.

"Todos los 'noes' serán iguales, del mismo color y con el mismo efecto", su victoria supondría "la parálisis" del proyecto de avance de Cataluña y "la derrota" de la España plural.

Con esa convicción, reconoció que la actitud de ERC "no me merece la mejor opinión". La actual dirección de este partido, denunció, "está en la línea de la Esquerra más rupturista, la menos sensata", contradiciendo sus propios intereses y su trayectoria.

La oposición "radical" al Estatuto por parte del PP y de ERC garantiza, en su opinión, una alta participación, aunque no quiso elucubrar sobre el nivel requerido para considerarlo un éxito o para garantizar el triunfo del "sí".

Ese triunfo es su objetivo y, de lo demás, candidaturas incluidas, "ya parlarem" después del referéndum. Se limitó a reconocer que en el PSC hay banquillo, como dijo Jordi Sevilla, y a asegurar que no haber nacido en Cataluña no debería ser obstáculo para optar a presidir la Generalitat.