La devoción a la Virgen de la Paloma viene del siglo XVIII, tras ser hallado en unos corrales de las monjas de Santa Juana un cuadro anónimo de la Virgen de la Soledad.

El conde de Torres, cuentan, se curóde una fractura mal cicatrizada después de encomendarse a la Virgen. La fama cundió, la leyenda de los milagros se extendió y con las recaudaciones de las limosnas se construyó una capilla frente a la calle de la Solana.

Más tarde, el clero parroquial de San Pedro el Real construyó un templo, que fue bendecido en 1891 por el obispo colombiano Citarizo.

RANCIA TRADICION

Los madrileños veneran a la Virgen de la Paloma con todas las expresiones populares del casticismo. En contraste con otras fiesas, hasta los deportes pertenecen a la más rancia tradición: juegos de la rana y de mus. Ni siquiera en la gastronomía se admiten importaciones: los acérrimos se mantienen fieles al chocolate con churros y a la limonada.

Como es habitual, el alcalde, José María Alvarez del Manzano, asistirá mañana domingo, a las 13 horas, a la misa mayor en la iglesia de Nuestra Señora de la Soledad de la Paloma, así como a la procesión de las 20 horas.

El edil participará también en la Puerta de Toledo, a las 10de la mañana, en la ofrenda floral que los vecinos del distrito Centro harán a la Virgen de la Paloma.

Inmediatamente después de la misa, un piquete de gala de los Bomberos bajará el cuadro de la Virgen. El piquete desfilará en la procesión de la tarde, acompañando al cuadro, y realizará maniobras en honor de la Virgen.

Por la noche, a las 23 horas, el alcalde entregará las distinciones honoríficas en el parque de bomberos de Puerta de Toledo.

La Paloma Primera corresponderá este año a la cocejala de Centro, María Antonia Suárez Cuesta; la Segunda, al ex matador de toros Antonio Chenel, "Antoñete", y la Tercera, al sargento de bomberos Angel Ruiz Godoy y al bombero Cayetano García Martínez.