Tras varias semanas de investigación y declaraciones de algunos implicados, la Policía supo que los vendedores, la mayoría menores de edad, eran captados a través de anuncios en la prensa para trabajar durante diez horas ininterrumpidas, de 9 a 19,00, por lo que recibían la mitad de las ventas efectuadas durante la jornada.

Los productos que se vendían eran sobre todo pasatiempos y horócopos, ofrecidos en distintos puntos de la capital a un precio de 300 pesetas. Si los menores eran preguntados por los fines del dinero, aleccionados, aseguraban repartir "voluntariamente los productos de forma gratuita y sin recibir ningún beneficio económico a cambio".

Los repartidores eran citados cada vez en distintos puntos para recoger la mercancía, evitando así las posibles sospechas policiales. Asimismo, cambiaban de lugar constantemente las oficinas donde guardaban el material, siempre sin ditintivos que pudieran identificar a la asociación.

Aunque dicha asociación de minusválidos es legal, no lo son los métodos que utiliza para obtener beneficios en tanto que, por ejemplo, explota a menores que, por ganarse algún dinero, aguantaban las 10 horas de trabajo diario.

Los hechos se han puesto en conocimiento de la autoridad Judicial competente por si pudieran constituir alguna infracción al Código Penal en relación con la explotación de menores, según el Estatuto de los Trabajadores, o pr una presunta mendicidad encubierta. La investigación continua abierta para determinar el destino final de las cantidades obtenidas por dicho procedimiento.