En 1987, Rafael C.A. mató a su suegra por disputas familiares y falsificó su Documento Nacional de Identidad (DNI) para evitar que la Policía pudiese identificarle. Desde ese momento, en el D.N.I del detenido figuraba el nombre de Antonio G.J. de 48 años de edad.

El jueves por la mañana, agentes de la comisaría de Puente de Vallecas, fijaron su atención en un hombre de mediana dad que parecía despistado y decidieron identificarlo. El hombre, muy nervioso, facilitó el D.N.I a los agentes que estaba a nombre de Antonio G.J., pero el formato era antiguo y con síntomas de estar falsificado. Ante las sospechas, decidieron trasladarlo a dependencias policiales.

Una vez allí, le identificaron y encontraron que sus huellas coincidían con las del supuesto asesino, pese a que les fue difícil identificarlo dactilarmente por una deformidad que tenía en las manos.

Cuando los policís destaparon el engaño, el detenido se sorprendió y dijo: "les felicito; han ganado el premio pues hasta ahora nadie sabía quien era yo".