El taller, situado en el barrio de Arganzuela, fue descubierto al investigar el paradero de una serie de joyas robadas. Carecía de licencias y de libros autorizados, y tanto su contabilidad como las facturas no reflejaban debidamente las operaciones realizadas.

Como consecuencia de la investigación, se detuvo a cinco personas: Israel S.G., de 49 años, y su hijo Israe S.B., de 24, sin antecedentes policiales y propietarios del taller, así como a otros tres individuos, acusados de venta de joyas ilegales.

Durante el registro se encontraron miles de piezas de joyería, oro ya fundido y en lingotes, punzones, siete crisoles, un horno de fundición, además de otros útiles para este tipo de trabajo.

Los punzones decomisados no estaban homologados por el Laboratorio Oficial de Contrastes, que es el encargado de certificar la validez de estos instrumentos usados para arantizar la autenticidad del oro. En el domicilio de dueño del taller se intervinieron gran cantidad de alhajas de oro y plata.