Los agentes descubrieron a los supuestos traficantes en un control rutinario en el aeropuerto de Barajas. Primero, observaron que un viajero no tenía buen aspecto físico, comprobaron su documentación y se dieron cuenta de que a pesar de haber estado diez días en Río de Janeiro, Conrad J. sólo portaba como equipaje un maletín de mano.

El sospechoso tenía los ojos rojos y sus labios secos. La radiografía dio como resultado la presencia de cuerpos extraños en su organismo: 100 boas de cocaína, con un peso superior a un kilo.

El otro detenido había ideado un procedimiento más original. Venía de Colombia con destino a Roma y tenía billete de vuelta para el día siguiente. Al revisar su equipaje, la policía encontró en el interior de las peanas de dos figuras que transportaba más de dos kilos de cocaína en polvo.