Al salir de su escondite, el joven observó con estupor que quien había entrado en la casa no era su novia, sino otras dos mujeres que se habían apoderado de todos los objetos de valor que encontraron.

El joven había acudido a casa de su novia con l fin de esperarla. Al escuchar unos suaves ruidos en la puerta, pensó que era la chica, que trataba de darle un susto, ante lo cual decidió esconderse en un armario y ser él el que le diera el susto a su prometida.

Durante los minutos siguientes escuchó sonidos de las habitaciones, mientras esperaba el momento oportuno para sorprender a su novia.

Sin embargo, asombrado por la brusquedad con la que escuchaba que abrían los cajones, decidió salir de su escondite y se encontró a dos mujeres que tenan en su poder algunos objetos de valor que su novia tenía guardados en una de las mesas del dormitorio.

Las ladronas huyeron a gran velocidad, aunque el joven las persiguió y consiguió alcanzarlas en el portal, donde las retuvo hasta que llegó la Policía.

Las intrusas se habían apoderado de 27.000 pesetas en billetes, varios relojes de señora y caballero, collares de perlas, piedras semipreciosas, juegos de gemelos y cubrebotones, mecheros, anillos, colgantes y otros objetos.