Durante el estudio, centrado en 12 adictos a esta sustancia y 21 jóvenes sanos, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale (Estados Unidos) comprobaron que los drogodependientes, cuando visionaban una cinta de vídeo diseñada para generar el deseo de consumir cocaína, mostraban una mayor actividad en una parte específica del crebro. Por el contrario, esta parte del cerebro no se activó en las personas sanas.

Además, los autores del informe, mediante la muestra de escenas tristes a los participantes en el estudio, pudieron comprobar que la actividad cerebral de los adictos a la cocaína era muy similar a la de los jóvenes sanos cuando ambos estaban tristes, lo que demuestra que la adicción a la cocaína en el ser humano está relacionada con las emociones.

La localización física de la adicción a la cocaína contribuirá a dsarrollar nuevas terapias para combatir la dependencia de esta sustancia. Los científicos podrán precisar qué neurotransmisores activan la parte del cerebro relacionada con la necesidad de consumir la droga y desarrollar fármacos que bloqueen estos neurotransmisores, concluye la investigación.