Durante la noche del sábado al domingo, quienes observen atentamente la bóveda celeste podrán ver unas 60 "lágrimas de San Lorenzo" por hora, siempre que las condiciones atmosféricas no lo impidan.

Las "lluvias de estrellas" están formadas por pequeñas partículas de polvo cósmico depositadas por algún cometa que, en su viaje anual alrededor del Sol, se encuentran con la Tierra. Estas partículas de polvo entran en la atmósfera a gran velocidad y se desintegran, brillando en su caída.

La zona del cielo en la que aparentemente se originan las trazas brillantes de una "lluvia de estrellas" se denomina "radiante". En esta lluvia de agosto, el radiante coincide con la constelación de Perseo -de ahí su nombre de "perseidas"-, muy cerca del famoso cúmulo doble de Perseo y casi a medio camino entre esta constelación y la de Casiopea.

Para observar este fenómeno es conveniente alejarse de las zonas urbanas iluminadas y contemplar el cielo sin ningún utensilio, a ojo descubierto. En esta ocasión, la Luna, aunque ya menguante desde el día 9, dificultará la observación, al encontrarse relativamente cerca del radiante.