La principal procesada ha permanecido ingresada en prisión cuatro años, por lo que su abogado defensor podría solicitar en las próximas horas la puesta en libertad de su cliente, acogiéndose al artículo 504 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

El caso de la llamada "secta de Mazagó" se juzgó por espacio de más de una semana en la Audiencia Provincial de Huelva. En la vista, la principal acusada aseguró que mantenía contactos con espíritus de personas ya fallecidas y con seres extraterrestres, especialmente con uno denominado "Gran Aguila" que, según ella, le "ordenaba todo cuanto debía hacer".

Esta secta, desarticulada en el verano de 1988 tras la muerte de una de sus integrantes, María Rosa Lima Sanz, tenía su centro de reunión en un piso de Mazagón (Huelva), donde, según el fscal, Francisco Ontiveros, tenían lugar diversas prácticas de tipo sadomasoquista.

En opinión del acusador, la adepta que murió fue asesinada mientras su esposo no hizo nada para evitarlo. El marido de la víctima llegó a asegurar en la vista oral que no impidió la muerte de su esposa porque "estaba endemoniada".

Los procesados, en su mayoría con una sólida formación universitaria, indicaron haber creído en un principio en la existencia de los "espíritus que hablaban y pegaban a través de la bocamanos de Ana".

Una de las integrantes llegó a declarar que la guía le había introducido tal obsesión en la cabeza que un día, al mirarse al espejo, vio "que tenía las orejas tan largas como el propio diablo" y un día sintió cómo unas garras le provocaron varias heridas en una de sus piernas.