Monseñor Gea-Escolano aseguró que "el placer por el placer no es criterio de actuación; ni en el sexo ni en nada" y añadió que "el placer, por no ser un fin en si mismo, siempre debe estar ordenado a algo nobley digno".

Además, explicó que las consecuencias de la liberación sexual durante la juventud son el aumento del número de madres solteras "unas con su vida rota por su inexperiencia y por su falta de madurez; otras engañadas e instrumentalizadas".

Respecto a las consecuencias en los casados dijo que los matrimonios se van deshaciendo y perdiendo estabilidad hasta llegar a su desintegración y que la infidelidad matrimonial repercute en muchos casos en la destrucción del patrimonio familiar "con tods sus consecuencias negativas que ello supone para el otro cónyuge y para los hijos".

Por otra parte, el obispo indicó que en el campo del placer sexual "el pecado no conoce fronteras y el vicio llega a extremos inimaginables", haciendo referencia a los abusos sexuales con niños, "sobre todo con niños pobres".

Finalmente, señaló que "lo peor es que a esta liberalización sexual se le quiere dar carta de ciudadanía en la legislación, en vez de favorecer todo lo que repercute en la dignidad de la failia y de la persona buscando el bien común en la legislación social".