El descubrimiento ha sido realizado por el Instituto de Biotecnología del Vino de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica.

Sin embargo, la posibilidad de encontrar en los estantes de los supermercados vino genéticamente modificado sigue siendo muy baja, ya que todos los criadores de vino consultados por "New Scientist" firmaron que no tenían ningún proyecto en ese sentido.

Al parecer, los criadores de vino no desean verse asociados con los alimentos genéticamente modificados por la negativa imagen que tienen actualmente entre los consumidores.

Cabe la posibilidad, no obstante, de que los científicos, partiendo de la levadura genéticamente modificada, puedan encontrar la manera de llegar al mismo resultado sin recurrir a esa tecnología. Dejaría entonces el vino de ser la droga 'católica' por excelencia, que en e pecado lleva la penitencia.