Así se puso de manifiesto en la Conferencia Internacional sobre "Uranio Empobrecido: aspectos sanitarios, ecológicos, legales y económicos del empleo de armamento radiactivo convencional", celebrada los pasados 26 y 27 de noviembre en Gijón dentro de la campaña por el levantamiento de las sancones a Irak (país que fue bombardeado con munición revestida de uranio empobrecido durante la Guerra del Golfo).

Según las conclusiones de esa conferencia, en la que participaron científicos y veteranos de EEUU y Gran Bretaña, EEUU tiene almacenadas 500.000 toneladas de uranio empobrecido. El uranio empobrecido es radiactivo y, para ahorrarse el coste de su almacenamiento, los Departamentos de Defensa y EEUU lo ceden gratis a empresas de armamento nacionales y de paises extranjeros aliados.

Se cacula que en los ataques aéreos contra Irak en la Guerra del Golfo se lanzaron 940.000 proyectiles con uranio empobrecido, lo que dejó unas 300 toneladas de desechos radiactivos que podrían haber afectado a unos 250.000 iraquíes, provocando inmunodeficiencias graves, malformaciones congénitas y cáncer.

Síntomas similares se han descrito entre un millar de niños residentes en áreas de la antigua Yugoslavia, donde en 1996 la aviación norteamericana recurrió también a bombas con uranio empobrecido, al igul que durante la intervención de la OTAN contra la Federación Yugoslava de 1999.

Los partidos en la conferencia de Gijón pidieron, entre otras cosas, "la destrucción de todo tipo de armamento y equipamiento militar fabricado con uranio empobrecido, así como el almacenamiento seguro de los deshechos de ello derivado, y de las actuales reservas de uranio empobrecido".