Los informes de los peritos que comparecieron en la vista coincidieron en que el procesado es un ludópata con su voluntad mediatizada y mermado su libre albedrío a causa del juego.

El primer caso ocurrrió en abril del año pasado, cuando al entregar el boletín de denncia a un joven que sobrepasó la velocidad límite permitida, el guardia civil comunicó al denunciado que la infracción conllevaba la retirada del carnet.

El joven declaró ayer en el juicio que el agente le dijo que si le abonaba la multa, podía salvar la situación. La acusación pública destacó que las 40.000 pesetas de la multa no se habían hecho efectivas.

El guardia civil procesado manifestó que en aquellos momentos sufría problemas económicos "muy fuertes por mi adicción al juego (...).. El jugo se lleva todo mi sueldo y parte del de mi mujer para pagar créditos por cinco millones de pesetas que solicité".

La situación se volvió a repetir con tres ocasiones más. En una ellas, la multa ascendía a 50.000 pesetas por embriaguez y el pago se hizo efectivo cinco meses después.

Uno de los peritos que intervinieron en la causa consideró que el guardia civil "era consciente de lo que realizaba", mientras que la doctora a cuyo tratamiento asiste el inculpado lo situó en "una fase terminal caraterizada por falta de control en los impulsos".

El fiscal consideró los hechos como un delito de estafa con los agravantes de abuso de funciones públicas y de tráfico de influencias, y no apreció la ludopatía como circunstancia atenuante.

La defensa solicitó la absolución de su cliente y exgrimió como eximente la ludopatía padecida por el procesado que le impedía tener un control correcto de su voluntad.