La decisión judicial obliga a los propietarios del monumento funerario a permitir la visita al mismo de Angeles R. L. al menos una vez al mes, puesto que, aunque reconoce los privilegios de la propiedad del panteón, estos "no pueden reconocerse con caracter absoluto, sino dentro del respeto que se merecen las apttudes y capacidades de los demás".

La disputa entre los hermanos litigantes se suscitó cuando se produjo el traslado de los restos mortales de Angeles R. L. al panteón construidos por sus hermanos en el cementerio de Castro Urdiales. Los condenados negaron el acceso al mismo de la demandante por no haber pagado aún los gastos del entierro.

La sentencia, que explica que la frecuencia de visitas de una vez al mes es "prudente y ponderada", no descarta el derecho de los condenados a reclamar la deud por vía judicial.