De Miguel, ue participa en el curso "Conocimiento del medio y ciencias sociales" de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Avila, afirmó que dos de los mayores absurdos que ha establecido la sociedad a causa de la edad son la jubilación y la mayoría de edad.

A su juicio, es ridículo que no puedan votar los menores de 18 años cuando ya a los 16 se supone que tienen criterio suficiente para elegir su futuro.

Por otro lado, indicó que uno de los tabúes más absurdos y peligrosos de la sociedd actual es el de la edad. Los grupos sociales integrados por gente de edades muy dintantes empiezan a estar mal vistos.

Cada vez es más corriente ver grupos de amigos, especialmente entre los jóvenes, a los que una diferencia de un año les parece algo abismal. Esto, a juicio de Amando de Miguel, es un factor desenriquecedor de la sociedad, porque contribuye a crear maneras de pensar muy esquematizadas y cortadas por el mismo patrón.

Según De Miguel, la sociedad nunca había estado tan diferenciad como lo está ahora a causa de la edad. Afirmó que están muy mal vistas, por ejemplo, las relaciones sexuales entre jóvenes y viejos, o "mayores", cosa que, en su opinión, carece de toda lógica, ya que en la naturaleza de esa relación no hay nada malo.

LAS MUJERES, MAS SATISFECHAS

Por otro lado, afirmó que las mujeres, al interesarse por un mayor número de cosas, viven más que los hombres, ya que consiguen más satisfacciones que los hombres.

A su juicio, normalmente los hombres se consideran uns fracasados si profesionalmente no triunfan, pero las mujeres no y señaló que es curioso que las mujeres vivan ahora más que los hombres cuando llevan una vida tan estresada como ellos.

Otra de las diferencias en el comportamiento de hombres y mujeres es que éstas cuidan su salud "muchísimo más" que los varones, que suelen ir al médico cuando la enfermedad está ya muy avanzada.

Asimismo, Amando de Miguel indicó que, a partir de cierta edad, los hombres se vuelven más coquetos que las mujeres. Eso es así porque a las mujeres ya no les interesa, en un momento dado, atraer sexualmente y, en cambio, el varón nunca pierde ese afán de conquista, o lo hace más tarde.