Según el escrit dirigido a la presidenta, Chicano y otros asistentes a la sesión de control fueron sometidos a "un exhaustivo registro y cacheo, que fue mucho más allá de lo que exigían las normas de seguridad".

Explica que el registro alcanzó a "cada uno de los documentos, papeles o papelitos" que portaban los invitados, así como monederos, billetes o cualquier pequeña libreta que llevara adherida la pegatina "no a la guerra", que fueron requisadas.

Además, asegura que se le preguntó "si llevaba camiseta debaj de la ropa exterior" y el policía de turno hizo una comprobación directa de este extremo. De igual modo, denuncia que durante el tiempo de su estancia en la tribuna de invitados del Congreso, todos los presentes fueron "sometidos a un estrictísimo control por parte no sólo de los ujieres, sino de funcionarios de policía que impedían inmediatamente cualquier movimiento o gesto".

Al abandonar el Congreso y tratar de recoger los teléfonos móviles depositados en la entrada, añade, "fuimos sometidos a dilciones completamente innecesarias y, lo que es peor, a un trato no sólamente carente de toda educación, sino absolutamente degradante y vejatorio".

La denunciante entiende que estas medidas van más allá de lo exigible para garantizar la seguridad y considera que "vulneran las más elementales normas exigibles de respeto a las personas y atentan contra la dignidad y la libertad".