El sector privado invierte en tecnología sanitaria un mayor porcentaje de su presupuesto anual que la sanidad pública: un 1,6 por ciento del total en el primer caso, frente a un 0,7 por ciento de la Seguridad Social.

El estudio compara el coste del aparataje médico altamente cualificado con otras magnitudes económicas nacionales y asegura que representa el 12 por ciento de las pérdidas de Renfe, el valor de las recetas prescritas por 4 médicos o los ingresos por turismo de cinco días.

Desde que en 1956 se introdujera la primera bomba de cobalto en España, la inversión acumulada en alta tecnología ha supuesto 1.578 pesetas por habitante, según los cálculos realizados por el profesor Lázaro.

En 1987 el coste de este material médico fue de 23.731 millones de pesetas, de los que el 56 por ciento correspondieron a costes de explotación y el 44 por ciento restante a inversión.

La distribución de estos recursos sanitarios por counidades autónomas no es equitativa y sólo cinco regiones superan las 268 pesetas de inversión media por habitante (Cataluña, Madrid, La Rioja, Galicia y Valencia).

En cuanto al material adquirido, Pablo Lázaro asegura que mientras en número de unidades de megavoltaje la situación española respecto al resto de la CE es claramente inferior, en el caso de litotricias (aparato para eliminar cálculo mediantes ondas de choque) somos el país que más unidades tiene por millón de habitantes.