Según los datos del informe, presentado hoy en todo el mundo y que apunta las tendencias de la ayuda humanitaria, en 1990 los accidentes de tráfico causaron la muerte por lo menos a 500.000 personas al año y provocaron heridas a otros 15 millones de individuos.

Las diferencias entre países en el número de víctimas mortales son enormes. En Ghana y Etiopía los índices de siniestralidad alcanzan las 111 y 191 muertes por cada 10.000 vehículos, respectiamente; mientras que en Australia y Japón la tasa sólo es de 1,9.

Cruz Roja señala que los costes económicos de estos accidentes fueron de 1990 de 35,65 billones de pesetas. De esta suma, los países en vías de desarrollo acapararon 5,58 billones de pesetas, "cantidad que no pueden permitirse".

El estudio también apunta cómo los servicios de bienestar social, habitualmente una obligación del Estado, ahora están sujetos a las leyes del mercado, por lo cual las organisciones humanitarias se están covirtiendo en las encargadas de ofrecer el servicio social que no ofrecen los estados.

También dedica especial atención al problema del apoyo psicológico a las víctimas de desastres y de los voluntarios y profesionales que trabajan en este ámbito, "que constituyen otra categoría que puede experimentar tensiones psíquicas traumáticas".

Para ocuparse de este aspecto, Cruz Roja pone a disposición de los voluntarios una red de apoyo que comprende sesiones sobre gestión de la tensión psíquica, en el maco de seminarios y cursos de formación.