Agregó que, desde el punto de vista institucional, ella entiende la monarquía como "un entramado de intereses políticos y económicos que tiene como principal fndamento perpetuarse" y apuntó que en ese objetivo se inscribe la "curiosa" circunstancia de que la boda de la infanta Elena fuese en Sevilla, la de Elena vaya a ser en Barcelona y probablemente la del príncipe se oficie en Madrid.

"Estoy convencida de que la relación de la infanta con Iñaki Urdangarín es fruto de la opción personal, pero en cambio estoy convencida también de que hay una planificación pensada e inteligente de en donde casar a cada uno de los hijos para consolidar sentimentalmente la mnarquía", indicó.

Según explicó, no es que le moleste la elección de Barcelona, sino que "haya una familia que tiene privilegios por encima de los demás".

Rahola señaló que lo que es seguro es que, al ser la boda en Cataluña, será más austera que la celebrada en Sevilla por los duques de Lugo, "porque lo catalán tiende a ser muy austero, también la liturgia".

"Sorprendería una boda barroca en Cataluña. Incluso por el propio carácter de la infanta, y con toda seguridad por el sitio elegido, etá va a ser una boda austera", indicó.

"Sin embargo, lo que me preocupa profundamente es el enorme papanatismo, el sentimentalismo que se va a desbordar ahora otra vez. Yo creo que esto no es inocente, creo que la monarquía utiliza las bodas reales para consolidar sentimentalmente su presencia y su poder", concluyó.