La fecha elegida coincide con las fiestas patronales de la Merced, días en los que el pueblo barcelonés inunda calles y verbenas, asistiendo a concursos, bailes y cabalgatas.

Al parecer, el deseo de la infanta, del que participan los reyes, es intentar recuperar el clima festivo que se vivió en Barcelona durante los Juegos Olímpicos del 92.

También ha influido en la elección de la fecha el comienzo de la Liga española de Balonmano, que será a principios del mes de octubre, debido a la celbración del inminante Mundial de Tokio. Los jugadores de la selección nacional -entre los que se incluye Urdangarín- precisan de un descanso reglamentario que, con toda probabilidad, retrasará el inicio de la Liga.

Según "Epoca", a la ceremonia religiosa, que tiene previsto oficiar el cardenal arzobispo de la Ciudad Condal, monseñor Ricard María Carles, seguirá un banquete nupcial menos multitudinario que el de la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar.

Otro de los detalles que revela la evista sobre la boda de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín es que el convite podría celebrarse en el Saló del Tinell, adyacente al antiguo palacio de los condes de Barcelona y próximo a la catedral.

Por otra parte, el Ayuntamiento de Barcelona pretende crear una comisión coordinadora para la organización de la boda, que se ocupe de satisfacer los deseos y ejecutar las órdenes que vayan recibiéndose del Palacio de la Zarzuela, aunque todavía no se ha decidido nada.

En cuanto al vestido de la nvia, abundan las quinielas. Mientras la prensa catalana apuesta por Margarita Nuez, aragonesa de nacimiento pero catalana de adopción, también se habla de dos modistos: Toni Benítez, creador del vestido rojo que doña Cristina lució el día de la boda de su hermana, y Lorenzo Caprile, joven modisto madrileño especializado en trajes de novias.