A la una de la tarde está previsto el inicio de la defensa de ese proyecto por parte de tres representantes del Parlamento catalán, pero desde mucho antes todos los accesos al Congreso se encuentran vedados a cualquier persona ajena a la Cámara.

La Carrera de San Jerónimo, desde Neptuno hasta la calle Cedaceros, y todas las calles adyacentes están cortadas al tráfico y los peatones sólo pueden acceder en caso de tener algún tipo de acreditación.

Los accesos están controlados por agentes de la Policía Nacional, con varios furgones frente a la entrada principal al palacio del Congreso.

Con ello, la tranquilidad era patente en los alrededores del Congreso desde una hora antes de comenzar el debate, y el único revuelo era el provocado por los cientos de periodistas acreditados.

Apenas una decena de manifestantes contrarios a esta reforma se afanaban por conseguir que sus proclamas, lanzadas desde la plaza de Neptuno, se escucharan desde el Congreso de los Diputados.