Así se expresó Imaz en una rueda de prensa para presentar la actualización de su plan estratégico hasta 2027, plan que, según destacó, supone “un punto de nueva ambición para descarbonizar la compañía en base a las fortalezas y los activos que tenemos en estos momentos”.

A este respecto, indicó que al final del plan el 15% del flujo de caja de Repsol procederá de negocios bajos en carbono entre los que citó los biocombustibles, la producción con energías renovables y la comercialización de electricidad.

En relación con la descarbonización, afirmó que “nos preocupa que en Europa estemos perdiendo mucho empleo industrial” a la vez que se han producido problemas de seguridad de suministro con precios altos de la electricidad y el gas que han penalizado a los ciudadanos y a la industria.

Además, negó que eso haya favorecido el descenso de las emisiones, “porque muchas se exportan a terceros países” cuando las fábricas se van a Turquía, la India o China y “esas no las contamos”.

“Estamos aumentando las emisiones de CO2 en el mundo”, denunció el máximo ejecutivo de Repsol, quien aseguró: “No quiero bajar la ambición de la descarbonización, quiero que la hagamos más inteligente y basada en las necesidades industriales y tecnológicas del país”.

En esta línea, pidió también tener en cuenta el impacto de las decisiones medioambientales en sectores básicos de la economía española, como son la automoción o la agricultura, sector que se está movilizando en el continente y que incluso llega a rechazar la Agenda 2030.

Para Imaz, en Europa “empieza a haber una preocupación razonable” ante la posibilidad de que un proceso planteado con “un espíritu noble te lleva a resultados que no son buenos”.

“Estamos repensando porque necesitamos seguridad de suministro, precios razonables y descarbonización”, añadió Imaz, quien se mostró convencido de que “será más efectiva y más intensa si hacemos bien las cosas”.