La acción del piquete, que se produjo en la estación de Gran Vía, conllevó que las puertas de acceso a los vagones no se abrieran, lo que dejó retenidos a cientos depasajeros que en ese momento viajaban a bordo de dicha línea.

Durante largo tiempo, los pasajeros solicitaron con insistencia la apertura de las puertas en los vagones que ya habían accedido al andén, pero esta petición fue desoida por el conductor responsable del tren.

Ante ello, uno de los pasajeros tuvo la idea de abrir una de las puertas laterales que unen los vagones, por donde comenzaron a salir algunos pasajeros ya desesperados por la situación, entre ellos una anciana, que al intentar salar la distancia entre el último escalón y el andén resbaló, sufriendo heridas leves.

La escena, de la que fueron testigos decenas de pasajeros, provocó la indignación de éstos, que arremetieron verbalmente contra los integrantes del piquete.

Por otra parte, un grupo formado por medio centenar de trabajadores del Metro, que integraban un "piquete informativo", atemorizó a algunos usuarios a lo largo de su desplazamiento entre las líneas 10 y 5 el pasado miércoles.

En un claro incumplimiento d los servicios mínimos impuestos por el Metro, el piquete obligó a los conductores de los vagones que abordaban a parar las máquinas y apagar la iluminación, lo que causó algunas situaciones de histeria entre los pasajeros, que desconocían lo que ocurría.

Asimismo, de acuerdo con los testimonios recogidos, algunos pasajeros que transitaban por los pasillos del Metro o esperaban en los andenes fueron objeto de empujones cuando se cruzaban con el nutrido piquete, lo que ocurrió, al menos, en las estacioes de Alonso Martínez, Gran Vía y Gregorio Marañón.

Los testigos y afectados han denunciado la indiferencia con que actuaron los guardas jurados contratados por la compañía para garantizar la seguridad en el Metro.