Durante una conferencia en un colegio mayor de Madrid, aseguró que hasta hace unos meses ese proceso estaba "profundamente afectado" por la deslegitimacón del Estado y las instituciones, la división de los pactos antiterroristas, la extensión de la violencia callejera y el "clima de acobardamiento colectivo de una sociedad vasca sin liderazgo".

Actualmente, se abre camino una perspectiva "más esperanzadora" porque al llamado "espíritu de Ermua" se han sumado operaciones policiales y de colaboración internacional "muy importantes" que, junto a la condena a los miembros de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, "han producido una sensación colectiva de fi de la impunidad".

Tras advertir sobre la necesidad de no caer en "espejismos o en triunfalismos precipitados", mostró la voluntad socialista de mantener con el Gobierno "la lealtad y el sentido de Estado que el PP no tuvo con el Partido Socialista".

Es necesario, a su juicio, que la estrategia de la lucha contra ETA continúe "en los mismos ejes" de los últimos años, eficacia policial y colaboración internacional, política penitenciaria que favorezca el abandono de la violencia y actitud "suprapatidaria" y de unidad de las fuerzas políticas en torno a los pactos antiterroristas.

Tras animar a la sociedad vasca, "movilizada y liderada" por las fuerzas democráticas, a seguir haciendo frente a la coacción y al miedo, concluyó que "persistir pacientemente en estas claves y moverse con flexibilidad e inteligencia en estos parámetros es la única solución a la violencia, aunque tarde en llegar".