Hacer ejercicio mejora la capacidad corporal de utilizar la insulina, la hormona que necesitan las células musculares para absorber el azúcar y transformarla en energía. Por ello, caminar vigorosamente o correr media hora al día optimiza el uso de la insulina que produce el cuerpo.

Los científicos analizaron las relaciones entre la sensibilidad a la insulina y el ejercicio en casi 1.500 hombres y mujeres entre 40 y 69 años. Quiens hacían ejercicio regularmente tenían menos riesgo de tener dañada la capacidad de utilización de la insulina que los participantes más sedentarios.