Guerra en Ucrania

Greenpeace se muestra “profundamente alarmada” por el incendio en la central de Zaporiyia y advierte de una “amenaza nuclear única”

-Alerta de que la seguridad de la central “está gravemente comprometida por la guerra”

MADRID
SERVIMEDIA

Greenpeace se mostró este viernes “profundamente alarmada” por el incendio en la central nuclear de Zaporiyia (Ucrania) y advirtió del peligro de una “amenaza nuclear única”. Además, alertó de que la seguridad de la planta “está gravemente comprometida por la guerra”.

Así lo subrayó en un comunicado emitido tras el incendio declarado la pasada madrugada en la central nuclear ucraniana, cuyos seis reactores no se han visto afectados tras el siniestro, que tampoco ha implicado la emisión de material radiactivo, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

A este respecto, la organización ecologista defendió que la invasión militar de Ucrania por parte de Vladimir Putin “plantea una amenaza nuclear sin precedentes” y condenó “enérgicamente” el ataque del personal militar ruso a la central nuclear, al tiempo que recordó que los 15 reactores nucleares del país dedicados a la generación eléctrica, entre ellos esta planta, la más grande de Europa, están “en riesgo de sufrir daños potencialmente catastróficos” que , según sus cálculos, “podrían dejar parte del continente europeo, incluida Rusia, inhabitable durante décadas y en una distancia de cientos de kilómetros”.

La entidad hizo referencia a su reciente estudio sobre ‘La vulnerabilidad de las plantas nucleares durante el conflicto militar. Lecciones de Fukushima Daiichi. Enfoque en Zaporiyia, Ucrania’, en el que analizaba esta situación, centrándose “especialmente” en esta planta, que produjo el 19% de la electricidad de Ucrania en 2020 y en la que hay seis grandes reactores y seis piscinas de refrigeración con cientos de toneladas de combustible nuclear “altamente radiactivo”.

“Para agregar a los horribles eventos de la última semana, existe una amenaza nuclear única”, insistió el asesor de protección radiológica y activista nuclear de Greenpeace este de Asia y Greenpeace Bélgica, Jan Vande Putte, coautor de este análisis de riesgos junto a Shaun Burnie, especialista nuclear sénior de Greenpeace este de Asia y quien lamentó que, “por primera vez en la historia, se está librando una guerra importante en un país con múltiples reactores nucleares y miles de toneladas de combustible gastado altamente radiactivo”.

RIESGO DE ACCIDENTE GRAVE

En este punto, aseveró que la guerra “alrededor” de Zaporiyia “pone a todos los reactores en mayor riesgo de sufrir un accidente grave”. “Mientras esta guerra continúe, la amenaza militar para las plantas nucleares de Ucrania permanecerá y esta es una razón más, entre tantas, por las que Putin debe cesar de inmediato su guerra contra Ucrania”, espetó.

La conclusión de la investigación realizada por especialistas de Greenpeace es que la seguridad de Zaporiyia “está gravemente comprometida por la guerra”. “Incluso sin daños directos a la planta, los reactores dependen en gran medida de la red eléctrica para operar los sistemas de refrigeración, de la presencia permanente de técnicos y personal cualificados y del acceso a repuestos, equipos pesados y logística”, abundó la organización, que, desde el comienzo de la guerra, ha estado “monitoreando de cerca” las “implicaciones” para las instalaciones nucleares en todo el país.

Según la asociación ecologista, en el caso de un bombardeo accidental y “ciertamente en caso de un ataque deliberado, las consecuencias podrían ser catastróficas” y podrían incluso ir “mucho más allá” del impacto del desastre nuclear de Fukushima, ocurrido en 2011.

“Debido a la vulnerabilidad de las centrales nucleares, su dependencia de un conjunto complejo de sistemas de apoyo y el largo período de tiempo que se tarda en llevar la central nuclear a un nivel de seguridad más pasivo, la única forma de reducir sustancialmente los riesgos es detener la guerra”, insistió Greenpeace, que subrayó que la planta de Zaporiyia, con combustible caliente “altamente radiactivo”, requiere energía eléctrica “constante” para refrigerarse, “incluso cuando está parada”.

PROBLEMAS SIN RESOLVER

“Cuando falla la red eléctrica y el reactor se encuentra en un apagón de central, hay generadores diésel y baterías de respaldo, pero no se puede garantizar su confiabilidad durante un período de tiempo más prolongado”, agregó, para puntualizar que hay “problemas en curso sin resolver” con los generadores diésel de emergencia de la central, que, según sus estimaciones, tienen un stock de combustible estimado en el sitio solo para siete días.

Por su parte, los edificios del reactor nuclear de Zaporiyia tienen una contención de hormigón que protege tanto el núcleo del reactor, su sistema de refrigeración y la piscina de combustible gastado. Sin embargo, dicha contención “no puede resistir el impacto de las municiones pesadas”, según Greenpeace, que advirtió de que la liberación nuclear “podría contaminar gravemente a los países vecinos, incluida Rusia”.

“En el peor de los casos, si la contención fuera destruida por explosiones y el sistema de enfriamiento fallara, la radiactividad tanto del reactor como de la piscina de combustible podría escapar libremente a la atmósfera y esto supondría el riesgo de hacer que toda la planta resultara inaccesible debido a los altos niveles de radiación, lo que podría conducir a una cascada adicional de los otros reactores y piscinas de combustible, cada uno de los cuales esparciría grandes cantidades de radiactividad en diferentes direcciones del viento durante varias semanas”, avanzó.

Greenpeace incidió en que es necesario “mucho tiempo” para que una central eléctrica nuclear en funcionamiento pase a una etapa de seguridad pasiva que no requiera más intervención humana. “Cuando se apaga un reactor, el calor residual de la radiactividad disminuye exponencialmente, pero requiere enfriamiento durante un período de cinco años antes de que pueda cargarse en contenedores de almacenamiento seco de hormigón que eliminan su calor fuera del contenedor a través de la circulación natural del aire”, sentenció, para explicar que “cerrar” un reactor puede disminuir “progresivamente” los riesgos con el tiempo, “pero no resuelve el problema”.

(SERVIMEDIA)
04 Mar 2022
MJR/gja