Según la organización ecologista internacional, algunas de esas sustancias, como las dioxinas, los PCBs y el DDT, permanecen en la cadena alimentaria y afectan a los tejidos de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos.

Asimismo, Greenpeace mantiene que entre los efectos de estas sustancias químicas en la salud humana destacan la infertilidad y las alteraciones en los sistemas reproductor e inmunitario, así como deficiencias en el desarrollo.

Aunque muchos países han prohibido la producción y uso de una serie de sustancias químicas, algunos gobieros siguen consintiendo su fabricación.

Greenpeace denunció hoy el caso de Estados Unidos, país que prohibe el uso de dos de estas sustancias, el clordano y el heptacloro, y sin embargo, permite a la compañía Veliscol producirlas y exportarlas a otros países, como Brasil y Singapur.