Bravo lamentó que las autoridades ucranianas "utilicen una especie de chantaje emocional para obtener e máximo beneficio económico posible por el cierre de Chernóbil".

Sin embargo, consideró positivo que finalmente el Gobierno de ese país haya decidido cerrar la central y que el dinero que obtenga como compensación lo invierta en construir un nuevo sarcófago alrededor del reactor número cuatro, que en 1986 sufrió un accidente.

Según Carlos Bravo, la necesidad de construir un nuevo sarcófago "es evidente, ya que el actual presenta múltiples problemas de agrietamiento.