Los reactores de Ascó y Vandellós, en Tarragona, y Almaraz, en Cáceres, tendrían, según lo denunciado por la organización ecologista, defectos semejantes a los ya detectados en reactores de agua a presión franceses, del mismo tipo que los españoles.

Los defectos afectan al recipiente central del reactor y a los principales elementos de protección y seguridad, unas barras que atemperan la reacción nuclear que tiene lugar en el recipiente central. Estas barras se adentran en el reactor a través de unos tubos, denominados penetraciones, en los cuales los técnicos que han examinado las centrales francesas han detectado grietas imputables a defectos en el diseño en la tecnología Westinghouse en el que han sido concebidos.

Al parecer, las grietas pueden dar a lugar a fugas de agua radioactiva y, en caso de sufrir un mayor deterioro y hacerse más anchas, una explosión nuclear.

Según el informe de expertos, una rotura de las barras de seguriad, podría llegar a provocar un accidente de la magnitud del ocurrido hace años en la central nuclear ucraniana de Chernobyl.

Carlos Bravo, portavoz de Greenpeace, denunció la actitud de las autoridades, en concreto del Consejo de Seguridad Nuclear, que no han realizado hasta el momento ninguna inspección, mientras que ya se han realizado revisiones en reactores del mismo tipo en países como Bélgica, Suecia y Suiza.