Según señala Greenpeace, la noche del 10 de julio de 1985, cuando el RW se preparaba para encabezar una flotilla con destino a Muroroa para protestar pacíficamente contra los ensayos nucleares de Francia, agentes de los servicios secretos franceses colocaron dos cargas explosivas en el casco del barco. La explosión de la segunda bomba supuso la muerte de Fernando Pereira, que estaba en su camarote recogiendo sus cámaras, y el hundimiento de barco.

Las acciones llevadas a cabo por los dos buques Rainbow Warrior fueron determinantes para conseguir que en 1995 Francia abandonara sus pruebas nucleares y para que se aprobara un Tratado para la prohibición completa de estas pruebas.

Sin embargo, este Tratado aún no ha entrado en vigor, en el mundo sigue habiendo unas 30.000 armas nucleares y la amenaza cada vez es mayor. Por eso, veinte años después del hundimiento del RW Greenpeace continúa con su trabajo a favor de la paz y el desarme.