Los hechos se produjeron en 1986, cuando el demandante acudió al acudió al especialista en obstetricia y ginecología José Alba, médico de la Entidad de Previsión Social Unión Española de Conductores de Automóviles.

La sentencia explica que el seguimiento del embarazo fue normal y que el desarrollo del parto también "hasta el momento preciso de la salida de la cabeza de la niña". Fue entonces cuando se observó una anomalía e la salida de los hombros por falta de rotación.

Finalmente, el médico extrajo primero el hombro derecho para favorecer la salida de la niña, pero lo que le provocó fue una serie de deficiencias que se diagnosticaron seis horas después de que naciese. A saber, desviación de la columna derecho lumbar, imposibilidad de girar el brazo completamente y escasa potencia muscular de la mencionada extremidad.

Para los magistrados, las deficiencias provocadas a la niña suponen un "resultado desproporcionao para lo que evidentemente es usual en los nacimientos". Asimismo, añaden que quien no acredita que su actuación médica se desarrolló con arreglo a lo que la ciencia le impone incurre en una negligencia, como es este caso.

Con estos argumentos, el Supremo condena al médico y a la aseguradora a indemnizar a la menor con 30 millones de pesetas por los daños y perjuicios derivados de la negligencia cometida por el doctor durante el parto.