Dicho centro es el organismo que elabora la normativa técnca que sirve de base a la que las comunidades autónomas aprueban para cada nuevo surtidor que se instala en su territorio.

Fuentes del centro señalaron que un surtidor electrónico puede manipularse de dos maneras: actuando sobre el "software" con control remoto o bien actuando sobre el "software" directamente, es decir, modificando algún componente electrónico.

En cualquier caso, el resultado es que los impulsos eléctricos que recibe el contador a la vista del público no se corresponden con la meida correcta, sino que ésta es inferior a lo reflejado en el contador.

Las revisiones que realizan las comunidades autónomas dan por supuesto que un surtidor mide siempre igual, de modo que una vez comprobado es precintado y sólo será revisado anualmente o si el aparato precisa una reparación o es desmontado por cualquier motivo.

Con lo que no cuenta la Administración es que un surtidor pueda medir bien o mal accionado con un mando a distancia, como acaba de reconocer el Centro Español de Metroloía. En ese caso, un inspector de una consejería de Industria -que obligatoriamente debe identificarse ante el encargado de la gasolinera- puede ser fácilmente burlado con sólo apretar un botón.

Cuando llegaría el revisor el surtidor estaría en funcionamiento correcto, sería aprobado y precintado, y en cuanto el funcionario se marchara, se accionaría de nuevo el mando a distancia y la estación podría seguir vendiendo carburante de forma fraudulenta hasta dentro de un año, cuando le toque la siguiente ispección.