"No es admisible", señaló, "una delegación de funciones en este campo, porque de la comunidad política son responsables todos sus miembros. No se trata de hacer política cristiana, sino de iluminar con la fe la actividad política". García Gasco recordó el aprecio que siente la Iglesia hacia los hombres que ejercen la política como una vocación de servicio y búsqueda del bien común.

En opinión del secretario general del Episcopado, los cristianos no pueden desentenderse de la construcción de la sociedad y deben devolver a la actividad política su dignidad.

Monseñor Agustín García Gasco se declaró partidario de la autonomía que debe presidir las relaciones entre la Iglesia y el mundo político, "autonomía que no quiere decr independencia ni antagonismo, sino colaboración, porque ambas se ocupan del hombre".

Esta autonomía obliga a la Iglesia a pronunciar juicios morales sobre aquellos temas que afecten al bien común o si entra en juego la salvación de las almas.