Durante el pleno extraordinario que hoy se celebró en el Ayuntamiento de Madrid, con motivo del primer aniversario de los atentados del 11-M, Gallardón afirmó que "los crímenes que se cometieron en Atocha, en la calle Téllez, en el Pozo, en Santa Eugenia, y unos días después en Leganés, con el asesinato de un agente de seguridad, no servían a ningún ideal digno de tal nombre, ni luchaban en favor de nada justo, ni nacen de otra religión que la de la muerte. No tienen, pues, ningún sentido, y no hay que buscárselo (...) Se trató de la sinrazón pura, del mal radical".

"No hay, pues, sentido alguno en la muerte de 192 de los nuestros", dijo el alcalde en otro momento de su intervención. "Pero tenemos la obligación de recordar que sí lo había en sus vidas, y que sí lo hubo en la reacción que en las primeras horas opuso Madrid a la embestida de la violencia. Porque Madrid brilló mucho en medio de la oscuridad. Lo hizo cuando se echó literalmente a la calle a socorrer a los heridos, cuando contribuyó a salvar vidas en los primeros momentos, cuando puso a disposición de aquellos que estaban sufriendo lo mejor de sí misma".

Según Gallardón, "la solidaridad no fue una etiqueta vacía. Tuvo nombres y apellidos en algunos casos, llevó el distintivo de éste o aquel cuerpo de emergencias. En muchos otros, actuó en el anonimato, con la misma determinación y generosidad. Desde entonces, sabemos más de nosotros mismos, entendemos mejor por qué vivimos juntos".

"Nuestra diversidad nos hacía fuertes, porque está construida sobre el cimiento común del respeto. Un respeto que nos impidió equivocarnos de enemigo, que hizo imposible la discriminación, que integró a todos en el repudio y en la solidaridad", continuó.

Respecto a los inmigrantes, indicó que los vemos "como parte de nosotros mismos, de nuestra sociedad, de este Madrid compartido que se hace todos los días a base de tantos acentos, de tantos rasgos faciales, de tantas historias personales, más trascendentes cuanto más sencillas. El mito de la ciudad moderna como reducto de individualismo se vino abajo la mañana del 11 de marzo".

"Deberíamos esforzarnos, cada vez que asoma el fantasma de la división, la tentación de la discordia, en recordar ese sentimiento", dijo Gallardón. "Porque en él está el único camino que puede conducirnos a la derrota del terrorismo, y por supuesto la única actitud que hace honor a lo que el 11 de marzo supimos que significa ser ciudadano de Madrid".