La argumentación de Leguina se basa en que el nacimiento de los GAL, hecho que calificó "no sólo de peligroso sino de criminal", se remonta a tiempos "bastante anteriores" a 1983, "incluso antes de poder votar en España", por lo que "si queremos hacer un ajuste de cuentas con el pasado partamos del presente, donde ese riesgo no existe por suerte ni existirá nunca más en España".

Leguina, a continuación, aclaró que "si quieren echar al presidente del Gobierno, que esperen a las elecciones, con independencia de que se llegue hasta el fondo en este tema y en la cuestión principal: la existencia de terrorismo en España, ya que ETA sigue matando".

Después de reconocer que los problemas existentes en el país han producido una tensión considerable, Leguina defendió que esta tensión descienda a base de "un cierto criterio de racionalidad", ya que "no se disuelven -los problemas- por ecreto ni por una voluntad política".

Por último, solicitó "unas ciertas reglas del juego y un cierto 'fair play', como dicen los ingleses, que es lo que se ha perdido y hay que recuperar. La política y los políticos estamos bien cuando resolvemos los problemas y mal cuando los creamos".