Además de los familiares más cercanos de la víctima, asistieron al funeral el ministro de Interior y Justicia, Juan Alberto Belloch; el delegado del Gobierno en Euskadi, José Antonio Aguiriano; el consejero de Interior del Gobierno vasco, Juan María Atutxa; mandos del Ejército y de las fuerzas de seguridad y representantes del mundo político y judicial vasco.

El féretro con los restos mortales de Rafael Leiva, cubierto por una badera española, fue trasladado a hombros por seis agentes de las fuerzas de seguridad desde el Gobierno Civil de Vizcaya hasta la iglesia, situada en las inmediaciones, mientras la banda de música del Cuerpo Nacional de Policía interpretaba una marcha fúnebre.

Tanto a la llegada como a la salida del féretro, algunas de las personas congregadas irrumpieron en gritos a favor de la policía nacional y la Guardia Civil y en "vivas" a España.

Durante la homilía el oficiante pidió a los creyentes "que nose dejen dominar por la cólera y el deseo de venganza, que engendra nuevas violencias e injusticias", y que confiaran en Dios.

Al final de la homilía, el sacerdote pidió disculpas por haberse extendido en sus consideraciones sobre la vida, la violencia y la fe, argumentando que había procurado una vez más "clarificar que nadie y en ninguna parte, si habla en nombre de la Iglesia, puede pretender legitimar en modo alguno actos de carácter terrorista".

A la salida del funeral, media docena de mujers se alejaron del lugar criticando abiertamente al ministro de Justicia e Interior. Una de las mujeres comentó: "El es el que tiene la culpa de todo esto. Está encarcelando a los nuestros y luego viene aquí a hacer el paripé, abrazando a la viuda".

Los restos mortales de Rafael Leiva fueron trasladados posteriormente hasta su localidad natal de Atarfe, en Granada, donde mañana recibirán sepultura.